Escrita en colaboración con Petter Skavlan, esta obra conecta los mundos de la ópera y el arte escénico de vanguardia a través de los mitos del pasado y del futuro, una pieza envolvente e hipnótica que contará con música nueva escrita por Marko Nikodijević.
Primera parte. Arias
Mientras Maria Callas yace en su lecho de muerte y sueña, el espectáculo presenta siete de sus grandes éxitos operísticos: arias de La traviata, Lucia di Lammermoor, Otello, Norma, Carmen, Tosca y Madama Butterfly. Cada una de las piezas va acompañada de una pieza de vídeo en la que Abramović, acompañada por el actor Willem Dafoe, se enfrenta a la muerte en siete situaciones distintas: una mordedura de serpiente, la caída desde lo alto de un rascacielos, una estocada en una plaza de toros… La ópera y la performance se funden en una larga secuencia onírica.
Segunda parte. París, 1977
Una vez concluye la parte operística, la segunda parte del espectáculo nos muestra a Maria Callas en su habitación de París, en el día de su muerte. La recreación del espacio es meticulosa, de modo que Marina Abramović se funde plenamente con la cantante y toma posesión de su cuerpo y de su espíritu en el momento final. Una vez fallece, entran siete sirvientas —las siete sopranos de la primera parte—, limpian la habitación y hacen la cama. Toda esta parte está acompañada de una música de ricas texturas creada por el compositor serbio Marko Nikodijević,
Final. Casta diva
Al final del espectáculo, una vez Marina Abramović ha cruzado la puerta que simboliza el tránsito de la vida a la muerte, una de las criadas pone un disco de vinilo en un reproductor. La música que suena es el aria Casta diva, de la ópera Norma, en una grabación histórica de Maria Callas. De esta manera, la presencia de la diva, que ha estado sobrevolando el escenario durante toda la obra, se vuelve mucho más intensa, pues pasamos de la ensoñación y el recuerdo a algo real, su voz auténtica. En este momento, Marina Abramović regresa a escena y se reúne con Maria Callas.