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Acto I, Gilda

«Gualtier Maldè… Caro nome»

Rigoletto tiene retenida a su hija Gilda en su casa, sin que nadie sepa de su identidad y sin apenas contacto con el exterior. En una fugaz salida, se ha encontrado con un pobre estudiante que dice llamarse Gualtier Maldè, y que ha prometido venir a liberarla. Así, mientras espera, Gilda reflexiona sobre el amor repentino que, de repente, experimenta por él –sin saber que se trata del Duque de Mantua, un depredador sexual–, y lo hace con un aria de coloratura de belleza radiante, de alta complejidad y un equilibrio sólo comparable al de las viejas joyas del bel canto.

 

Acto II, Rigoletto, Gilda

«Sì, vendetta, tremenda vendetta»

El Duque de Mantua ha raptado a Gilda y la ha tenido retenida en las mazmorras de su palacio, donde se ha dado a la lujuria y a la tortura. Tras muchos esfuerzos, Rigoletto consigue rescatarla, y en un arrebato de ira jura una tremenda venganza contra todos los que han agraviado a su querida hija. La pieza tiene forma de dueto torrencial, en el que se da el contraste entre la gravedad de la voz de Rigoletto y la dulzura aguda de Gilda, que responde a su padre con una súplica de piedad. Ella sigue enamorada de su captor, y aún cree que su comportamiento es reformable, y su amor posible.

 

Acto III, Duca di Mantova

«La donna è mobile»

La pieza más conocida de la ópera es una breve romanza –no llega ni siquiera a ser un aria– en la que el Duque de Mantua, a punto de darse a su vicio lujurioso, reflexiona sobre el carácter mudable de las mujeres. Amenazado por Rigoletto, el Duque se refugia en la casa del sicario Sparafucile, y allí corteja a su hermana, una mujer de mundo llamada Maddalena. La donna è mobile culmina en una de las conclusiones más eufóricas y reconocibles de la ópera popular. Y precisamente por su amplio conocimiento, cantarla bien resulta tremendamente difícil.