La tragedia es consustancial a la ópera. La fatalidad de un terrible destino impuesto a sus protagonistas los convierte en héroes. En paralelo, estos mismos personajes se nos muestran tremendamente humanos: llenos de dudas, sueños, obsesiones, debilidades…; son sus grietas irreversibles. De algún modo, querrían ser otra persona, pero ya es demasiado tarde. No pueden vencer lo que son y deberán cargar con sus fantasmas y con las cicatrices vitales que se derivan de ellos. 

Esta temporada el público se enfrentará a una galería de personajes muy humanos (Tatiana, Turandot, Cleopatra, Calaf, Amelia, don José, Angelina, Riccardo, Lecouvreur o Liù, entre muchos otros), que, persiguiendo un sueño y con un importante peso del pasado, mostrarán su humanidad, pero también las irreparables grietas de su voluntad. 

Kintsugi (金継 ぎ)  

Es una técnica japonesa que significa, literalmente, ‘reparar con oro’. Se remonta al siglo xv y consiste en utilizar hilo de oro, plata o laca con polvo de oro para la reparación de objetos de cerámica; unir con el metal los fragmentos rotos de una pieza de vajilla. La idea poética radica en la posibilidad de tener una pieza de mayor perfección estética surgida de la imperfección y de la herida. ¿Cuál es el kintsugi para las grietas del hombre? Quizá el conocimiento, el arte y la ópera.