En escena

En escena

El personaje principal de Pikovaya dama, Hermann, debe cantar en los tres actos —y en las siete escenas— en los que se divide la ópera, y eso significa que está sobre las tablas durante casi tres horas. Hermann implica un riesgo para cualquier tenor spinto, pues no solo exige un alto nivel de interpretación actoral, sino sortear con técnica y poderío todos los retos a los que le expone una partitura repleta de agudos que exigen brillo, entradas abruptas, fraseos largos y diálogos intensos con el resto de los personajes, sobre todo Lisa, otra figura que requiere de una soprano dramática con experiencia. En ese aspecto, el elenco de estas representaciones está sobradamente cubierto con tres Hermann de alta categoría —el azerí Yusif Eyvazov y el georgiano George Oniani, y dos Lisas insuperables en manos de a cada vez más pujante soprano armenia Lianna Haroutounian y la soprano rusa Irina Churilova, cantante habitual del Teatro Mariinsky de Sant Petersburgo.

Acompañando a los dos protagonistas, hay también dos personajes con momentos destacados y decisivos: la condesa, un papel reservado para mezzosopranos al final de su carrera —que se alternarán Elena Zaremba y Larissa Diadkova , que prolonga un poco más el momento de su retirada, anunciada para el pasado 2020—, y el príncipe Ieletski, que requiere de un barítono con fraseo dulce y capacidad para escalar hacia algunos agudos imponentes, y que defenderán Rodion Pogossov y Andrey Zhilikhovsky. Pikovaya dama requiere también de numerosos papeles secundarios, un coro e incluso un conjunto de ballet clásico, que actúa en el segundo acto representando una coreografía de Nedejda L. Loujine, inspirada en el ballet de corte del siglo XVIII, a partir de la propuesta original que diseñó Marius Petipa en el estreno de la ópera en 1890. Un enorme despliegue de talento y fuerza que garantizará un desempeño perfecto de una obra altamente exigente, comandada por la batuta del perfeccionista Dmitry Jurowski.