Acto II, Pelléas, Mélisande
«Vous ne savez pas où je vous ai menée»
En la ópera no hay arias en un sentido tradicional, sino una continuidad melódica que se extiende durante más de tres horas y que nos sumerge en un mundo onírico en el que la armonía y las voces parecen flotar sobre un mar en calma, a la deriva, sin conseguir tocar tierra. En esta escena, precedida de uno de los extensos interludios instrumentales que Debussy compuso para mantener la unidad de la ópera, Pelléas y Mélisande pasean por un parque y se percibe una atracción sobrenatural entre ellos. Al momento llegan al borde de una fuente; Mélisande comienza a jugar con el anillo que le regaló Golaud y se le caerá al agua; el pozo es tan profundo que no puede recuperar la joya.
Acto II, Pelléas, Mélisande
«Oui, c’est ici, nous y sommes»
Golaud descubre que Mélisande ha perdido su anillo y le insta a que lo recupere, pues es importante que lo conserve. Mélisande miente sobre las circunstancias de la pérdida: dice que lo extravió en una gruta cercana a la orilla del mar, y Golaud le obliga a ir a buscarlo, antes de que amanezca, en compañía de Pelléas. La música, en este punto, se vuelve oscura y misteriosa: la pareja, que aún no ha descubierto su amor, se enfrentará a una visión perturbadora; cuando la luna ilumina el interior de la caverna, descubren que en ella viven unos seres sucios y deformes.
Acto III, Pelléas, Mélisande
«Mes longs cheveux descendent»
En esta escena comienza a destaparse la lectura erótica de la ópera: Pelléas acude a la habitación de Mélisande para despedirse, pues ha decidido salir de Allemonde para visitar a un amigo que está a punto de morir. Ella está reclinada ante la ventana, peinando sus largos cabellos. Durante la despedida intentan acercarse y Mélisande se inclina ante Pelléas; sus cabellos caen y le rozan la mano; este es el primer momento en el que los futuros amantes se tocan, y el éxtasis que experimenta Pelléas es un símbolo evidente de su despertar sexual y la inminente pérdida de su virginidad.