Sobre la obra

Una actualización pertinente de la tragedia inmortal de Shakespeare

Antony & Cleopatra es un encargo de la ópera de San Francisco, el Gran Teatre del Liceu y el MET de Nueva York en el que John Adams ha trabajado durante más de cuatro años. A partir del drama homónimo de Shakespeare, el compositor ha trabajado en un libreto literario y en una partitura vibrante, expresionista y de aliento largo que funde tradición y vanguardia, así como sentimientos actuales con emociones eternas.

Mientras componía su ópera anterior, Girls of the Golden West –una historia situada en los años de la fiebre del oro–, John Adams se percató de un detalle: a mediados del siglo XIX, el teatro de Shakespeare era un entretenimiento muy extendido en el salvaje oeste. En aquella ópera decidió introducir una escena de Macbeth, y lo que inicialmente había sido una curiosidad para ampliar el contexto de la trama, acabó por convertirse en una obsesión: cuando comenzó a pensar en una nueva ópera –un encargo conjunto de la San Francisco Opera, el Gran Teatre del Liceu y el MET de Nueva York–, se decantó finalmente por adaptar a Shakespeare. De entre las muchas opciones posibles se decantó por Antonio y Cleopatra por ser, en opinión de Adams, una obra con equivalencias con el presente. Lo que no sabía Adams era que iba a embarcarse en un proyecto exigente en el que iba a reinventarse a sí mismo como artista.

A sus 76 años, John Adams (Worcester, Massachusetts, 1947), es un músico con una carrera plenamente perfilada. Ha escrito seis óperas, un musical, dos oratorios y entre sus títulos hay varios clásicos indiscutibles de la música contemporánea del paso del siglo XX al XXI, como Nixon in China, una ópera construida a partir de un lenguaje minimalista que se ha convertido en una presencia habitual en el repertorio mundial más arriesgado. En todas sus óperas, Adams siempre había trabajado en los estrenos con un mismo equipo: el director de escena Peter Sellars y la libretista Alice Goodman. Pero con Antony & Cleopatra decidió abordar el trabajo de escritura literaria por sí mismo: durante un año estuvo revisando el texto de Shakespeare, ampliándolo con lecturas de clásicos latinos del siglo I a.C. –las Vidas paralelas de Plutarco, la Eneida de Virgilio–, para así ampliar el contexto histórico de la relación amorosa entre Cleopatra y Marco Antonio, que normalmente se ha presentado en el arte como un drama sentimental, y no como un episodio político amenazado por la sombra imperial de Octavio Augusto.

A John Adams, como a Shakespeare, le interesaba conectar la historia militar de Roma –el paso de la República al Imperio, cuando Octavio concentra el poder absoluto– con la relación complicada entre la reina de Egipto y el general romano que desafía a su patria por amor. El texto de Adams sigue de cerca la obra de Shakespeare, pero no se conforma con tomar los versos directamente, sino que la reescribe con un lenguaje tan torrencial como literario, para ahondar en la modernidad de los personajes. Este proceso, de manera decisiva, también llevó a Adams a buscar un lenguaje musical que no es frecuente en su trayectoria: habitualmente, se le ha considerado como un miembro de la familia minimalista americana, pero aquí las fuentes son diferentes. Las frases largas del texto han llevado a Adams a componer líneas melódicas extensas y en continua transformación, y a encontrar un equilibrio elegante entre la disonancia atonal y un lenguaje tradicional tensado que recuerda por momentos a Wagner, Strauss, Britten o contemporáneos más jóvenes como Thomas Adès.

Antony & Cleopatra es una obra nueva, desconocida por tanto para casi todos, y que en una primera escucha plantea la lógica dificultad de enfrentarse sin referencias previas a una música ciertamente exigente. Pero lo que al principio parece tortuoso, en sucesivas escuchas –o prestando mucha atención en el contacto inicial– se revela como un trabajo delicado, de belleza sutil en los momentos líricos, y vigoroso cuando los personajes desatan sus pasiones más violentas –ira, ambición, traición, afán de venganza–, y que termina por revelarse como lo que es: una obra mayor de la ópera del siglo XXI, la actualización de una historia clásica que tiende un puente sólido entre una tradición conocida y una modernidad plenamente justificada.