En escena

Voces refinadas al servicio de un drama que exige experiencia

Rigoletto ocupa un lugar especial en la obra de Verdi, entre otros motivos, por ser un puente perfecto entre el lenguaje de juventud del compositor y su rotundo discurso de madurez. Es una de las óperas verdianas con más conexiones directas con la tradición del bel canto, y en su historia se respira el aliento de Shakespeare. Esto obliga a que, en aras de alcanzar una interpretación excelente, todas las piezas en escena –y en el foso– hayan alcanzado una gran madurez interpretativa y estén en el apogeo de su capacidad vocal. El director musical que comandará la Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu es Daniele Callegari, un veterano de la ópera europea –fue director del festival de Wexford y, a día de hoy, director titular de la ópera de Niza– que ha estudiado a Verdi con toda la seriedad que su legado exige. Él tendrá la responsabilidad de guiar al elenco hacia las cumbres de lo sublime, y ciertamente contará con cantantes de prestigio a su servicio que harán que las funciones rayen a gran altura.

En el rol principal de Rigoletto tendremos a dos barítonos, el inglés Christopher Maltman –que a sus 51 años, y tras varios años de éxitos, está en el punto exacto en el que se unen la frescura de la voz y la experiencia de una carrera jalonada de retos difíciles en la ópera y el lied– y el alemán Markus Brück, algo más joven, pero ya en el punto exacto de madurez. En el difícil papel de Gilda, las funciones del Liceu contarán con dos sopranos ligeras de prestigio y proyección: Olga Peretyatko, que ha convertido a la hija de Rigoletto en uno de sus personajes más desarrollados, y la joven rusa Aigul Khismantullina, que regresará al teatro tras ganar la 56ª edición del Concurso de Canto Tenor Viñas, precisamente cantando el aria principal de Rigoletto, Caro nome. El papel del Duque de Mantua recaerá en tres tenores de larga carrera, como Josep Bros –dos funciones, el 3 y el 12 de diciembre–, el albanés Saimir Pirgu –un intérprete que domina este rol con total seguridad– y la nueva sensación joven de la ópera francesa, Benjamin Bernheim.